martes, 1 de abril de 2008

Demonizar el instrumento...


... y no su uso.

Leo hoy en el mundo digital la noticia de título "Silicon Valley se rebela contra el 'gadget' " y no deja de sorprenderme que, de nuevo, sea una de esas noticias en las que se achacan a las nuevas tecnologías grandes males, cuando lo incorrecto es el uso que la gente hace de ellas. Además de que la noticia me parece algo sesgada, pues es un reflejo muy parcial de la original publicada en "Los Angeles Times" que ofrece más opiniones acerca del tema.

En resumen, la noticia cuenta una nueva corriente que se está extendiendo por Sillicon Valley (el hervidero de innovación tecnológica) consistente en "prohibir" gadgets tipo portátiles, ordenadores de mano y móviles tipo blackberry en reuniones de trabajo.

Pero y esto... ¿porqué? Pues porque la gente atiende al teléfono en medio de la reunión, lee el correo, se distrae... es decir, lo que toda la vida ha hecho la gente pero haciendo dibujitos en los blocs de papel que se llevaba a las reuniones, o haciendo la lista de tareas pendientes, o escribiendo la lista de la compra.

No es la tecnología la que nos distrae en una reunión. La distracción con los gadgets surge de uno mismo, porque no ha sido educado en el buen uso de la tecnología. O, también, del que dirije la reunión, que puede hacerla interminable, inútil y vacia de contenido fomentando la búsqueda de una vía de escape.

Por ello, la solución no es demonizar la herramienta, sino educar tanto en cómo tratar una reunión, caso particular de esta noticia, así como en el uso de las tecnologías en su justa medida, dando criterios de cuando aportan beneficio y cuando no.

Otro ejemplo similar, aunque no igual, a lo que se critica en la noticia es el uso que la gente hace del correo electrónico. ¿Quién no ha recibido un correo de alguien con cuenta pichi2007 @ yahoo.es, escrito con abreviaturas tipo SMS y sin firmar? Y no por ello decimos que el correo es una mala herramienta de comunicación. Lo que hay que hacer es enseñar a usarlo, tal y como se hace en el curioso libro "Manual y urbanidad de buenas maneras en la red" que recientemente encontré en una librería.

Desde mi labor docente es una constante que, desde hace años, trato de transmitir a mis alumnos y compañeros de trabajo. Hemos de enseñar no sólo la tecnología, sino unos criterios de uso adecuados para las necesidades que uno pueda encontrarse en su vida, tanto profesional como personal.

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